Si volvemos la mirada y abrimos nuestro corazón para que él nos hable, nuestro Padre Dios se compadece de nuestras limitaciones, escucha nuestras oraciones y sacia todo lo que nos falte, “Por lo tanto, mi Dios les dará a ustedes todo lo que les falte, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús” Filipenses 4,19.